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18 marzo, 2024Uno de los tratamientos de belleza más populares es el de botox por ser el que más resultados ofrece y sin la necesidad de pasar por el quirófano.
Y es que en la búsqueda por encontrar la solución definitiva por retrasar el envejecimiento y los signos de la edad, éste es el procedimiento más efectivo en comparación con los otros métodos de los que dispone la medicina estética.
¿Qué vas a encontrar en este artículo?
Kerner y el origen del botox
El origen del botox se remonta a principios del siglo XIX, cuando el médico alemán Justinus Kerner comenzó a estudiar una toxina bacteriana llamada botulismo.
Kerner fue el primero en documentar los efectos paralizantes de la toxina, que hoy conocemos como toxina botulínica, y es la base de lo que hoy llamamos botox.
En la historia del botox, Kerner aunque fue quien inicialmente estudió sus propiedades tóxicas, no fue hasta 1989 que la FDA aprobó su uso terapéutico, y desde entonces, su popularidad ha aumentado significativamente por sus múltiples aplicaciones en medicina y cosmetología.
Así pues, la toxina botulínica es una proteína que procede de una bacteria que a su vez produce otros compuestos más.
El botox en medicina estética
Su activo consiste en paralizar los músculos que causan la formación de las arrugas y líneas de expresión de la cara impidiendo que éstos se contraigan y consiguiendo un rostro relajado como consecuencia de la atenuación de las arrugas.
Es una técnica muy segura y de aplicación rápida que produce objetivos duraderos y sin efectos secundarios no deseados siempre y cuando las inyecciones las realice un médico especialista para asegurar los resultados.
Sin embargo, la medicina estética no es la única disciplina que ha encontrado utilidades en esta proteína.
Ya en los años 70 los oftalmólogos empleaban esta toxina para corregir el estrabismo y los ojos vagos y en los 80 servía también para curar otras patologías como temblores y tics faciales.
Usos más comunes del botox
En este momento fue cuando un médico se percató de que el botox también hacía disminuir las arrugas rejuveneciendo la apariencia física.
Empezó a emplearse esta toxina en el sector de la estética en Francia en al año 2003. Un año después se comercializaba ya en nuestro país.
El botox suele administrarse en la frente, alrededor de los ojos y en el entrecejo, así como en la nariz para corregir algunas desviaciones y para paliar parálisis parciales y casos de sudoración excesiva.
También los más expertos se atreven con otras zonas para probar su efectividad en otras áreas, aunque conviene extremar la precaución en estos procesos ya que podría afectar negativamente la expresión del músculo del paciente.
Sin embargo, los efectos del tratamiento de botox no son eternos, y es que el músculo acaba recuperándose del efecto de la toxina para volver a su estado normal pasados unos meses.
Por ello se recomienda repetir las inyecciones cada 6-8 meses para mantener durante más tiempo los resultados.
Consulte con su médico de confianza para ampliar la información sobre la toxina botulínica.
Contenido actualizado en marzo de 2024